14 julio, 2009

CORALINE (Neil Gaiman)

Aunque está claro que el curso de la Historia no va a cambiar por esto, he vuelto. Ha sido un año duro. Ahora tengo algunas cosas que contar y muchas en las que ponerme al día, así que cuanto antes empiece, mejor.

Neil Gaiman sería un perfecto desconocido para mí si no llega a ser por los chicos de BLB, que, aunque tampoco es que se pronuncien con mucha frecuencia (muchos cojeamos del mismo pie), son unos tíos bastante interesantes de los que se puede aprender no poco. Como una está ya algo mayor, se limitó en su día a ojear con cierta impaciencia El día que cambié a mi padre por dos peces de colores (estaba deseando ponerle la zarpa encima a los cuentos reunidos de Saul Below que estaban sobre la mesa) así que, en fin, no se puede decir que fuera una seguidora suya, a pesar de que lo que hasta entonces había visto de él sí me había gustado. Es todo culpa de mi mala educación visual., qué se le va a hacer. Total, que con esto de la peli, Coraline, han reeditado la novela (oh, siii. Letras y letras impresas todas seguidas) y por fin he podido disfrutar de Gaiman sin esfuerzo. Ya. Todo esto son chorradas. Pero los ignorantiños como yo nos entendemos.

Resumiendo, que me he leído Coraline, vamos.

Como todos lo libros escritos para el público juvenil, o infantil o lo que sea, no sólo se deja leer por adultos, sino que da gusto hacerlo. Me imagino que todo el mundo sabe ya de qué va, así que me ahorro el resumen, que sólo ocupa espacio. No he visto la peli y, llamadme prejuiciosa si queréis, pero seguro que el libro es mejor. Por supuesto es ágil, entretenido, relativamente novedoso en cuanto al desarrollo de la acción y, aunque Coraline sea una niña un poco resabida, también es uno de esos libros en los que los buenos caen bien y los malos, mal. Como debe ser. Se lee rápido, o sea, que las excusas de “no tengo tiempo para leer” no valen. Y no sólo porque sea corto, claro. Es que es de esos de “bah! Otro capitulillo…”

En fin. Aquí se queda mi primera recomendación veraniega. Y si tenéis hijos, primitos, hermanitos, sobrinos o algo, antes de llevarlos al cine (si es que no lo habéis hecho ya) regaladles el libro (como hicieron conmigo jajaja). Les gustará.

¡Y lo que os ahorráis en palomitas!

02 enero, 2009

SUGERENCIAS PARA 2009

Está bien. Este año me sumo a eso del "top ten". Fundamentalmente porque va siendo hora de escribir algo de una maldita vez. Pero para que sea algo productivo (si es que a alguien le interesa aprovecharlo) voy a citar sólo libros de los que no haya hablado (lo cual no es muy difícil, porque no se puede decir que me haya manifestado mucho últimamente) así pues, sin más dilación, mis elegidos son:

- Apuntes del subsuelo (F. Dostoievski)
- Cuentos imprescindibles (A. Chejov)
- El otoño en Pekín (B. Vian)
- El callejón de los milagros (N. Mahfuz)
- Cuna de gato (K. Vonnegut)
- Crónica de los Wapshot (J. Cheever)
- Manhattan Transfer (J. Dos Passos)
- El largo adiós (R. Chandler)
- La cartuja de Parma (Stendhal)
- Muerte a crédito (L-F. Cèline)

Sea como sea, y si alguno de vosotros es de los de "propósitos para 2009:" añadid, sin falta, algo, lo que sea, cómo sea y dónde sea, de Cheever (algún cuentecillo, por lo menos) de Vonnegut y, si tenéis la suerte de encontrarlo, algo de Richard Brautigan también. Me pregunto por qué demonios no se les da más bola a estos tipos...

23 septiembre, 2008

D. FOSTER WALLACE

No, no y no. Llevo ya una semana remoloneando para escribir este post y acabo de decidir que ya basta, esto no puede seguir así.
David Foster Wallace (como todo el mundo sabrá a estas alturas) se ha suicidado. Y yo le debía un post desde hace casi un año, cuando Mike me regaló Hablemos de langostas. A estas alturas todavía no sé muy bien qué decir. Ahora incluso menos, porque la noticia me ha dejado sin palabras. Era bastante joven, increiblemente culto, exitoso y por lo que he podido apreciar de una lucidez extremadamente divertida. Por desgracia a mí me venían un poco grandes las disertaciones sobre su odio hacia el incorrecto uso del inglés americano o la comicidad oculta de Kafka. Tampoco había leído Memorias del subsuelo (cosa que ya he hecho, por cierto, y con satisfactorios resultados) ni nada de Updike (es increíble lo bien que pone a parir Hacia el final del tiempo, su novela de ciencia ficción publicada en 1997, que se ha convertido en una de mis lecturas pendientes más retardadas en el tiempo. Ya quisiera para mí sus conocimientos, su buen saber hacer y su afilada lengua) Como decía, todavía no sé qué decir de este libro. Me pareció gracioso (el primer artículo especialmente) pero lo cierto es que no estaba preparada para entender muchas de las cosas de las que hablaba en él. Algunos artículos están demasiado centrados en la sociedad americana actual (claramente no critico esto, simplemente señalo que como consecuencia hay determinadas cosas que se me escapan.) Así que además de leer a Updike quiero leerme alguna novela de D. Foster Wallace, algo que sea más universal, por decirlo de alguna manera. Todo se andará.
No conozco prácticamente nada de su vida. Sólo lo que he leído estos días por ahí. Al parecer reflexionaba mucho y muy amargamente sobre lo pobre y mezquina que es la humanidad en general. Por lo visto esto le llevó a pedir hace años que lo ingreseran en algo así como una unidad para suicidas potenciales (información sin contrastar. A lo mejor hasta no es verdad) Pero si es así, la pregunta que me asalta es: ¿Cómo es posible comentar de forma tan divertida, arrancando risotadas incluso, algo que a uno le afecta hasta tal punto? Estoy tan sorprendida...
Cualquier muerte es trágica y no voy a decir que sienta esta concretamente más que la de ningún otro. No he llegado a admirarle en vida (por lo que ya he explicado) y no voy a exagerar ahora algo que no pasaba de mera curiosidad por su obra. Pero lo que sí me parece esta muerte es tremendamente sobrecogedora. Tremendamente.





13 agosto, 2008

UN RELATO POLICÍACO (Imre Kertész) Y EL PREMIO NOBEL

Como ya sabréis al escritor húngaro Kertèsz le otorgaron el Nobel de Literatura en el año 2002. ¿Qué es lo que significa esto? ¿Dice más de su obra o de su trayectoria político-ideológica?¿Ha sido siempre así?
La verdad es que cuando leí Un relato policíaco y decidí en plena agitación postliteraria
que escribiría sobre él, no se pasaron por mi cabeza de chorlito ninguna de estas tres preguntas. Fue el primer texto de Kertész que leí y, francamente, me hipnotizó. El hechizo duró apenas un par de horas (ciento cuatro páginas en la edición de Acantilado) y no se debió a exquisiteces del lenguaje, ni a la magia de la histora. Básicamente porque no es un libro de esos.
El abogado de Antonio Rojas Martens, un miembro de la policía secreta cuya ejecución está próxima, es el encargado de introducir esta crónica tan sencilla como atroz (palabras muy acertadas del protagonista) La dictadura de un supuesto país sudamericano ha llegado a su fin, y ahora toca pagar los platos rotos. Martens cuenta, como único responsable detenido que es, la verdadera historia del expediente Salinas, dos personas, padre e hijo, a quienes asesinaron años atrás él y sus dos compañeros, ahora desaparecidos. El título de la novela es, aparentemente, tan soso como su argumento. Pero no es sosedad, no… Es concisión, frialdad, dureza y crudeza. Tal vez algo más que todo eso. Algo inquietante. El verdugo no se arrepiente de lo pasado y lo cuenta como si llevara ya años muerto. Esto, unido a la relativa miga que tiene la historia, da para quedarse uno satisfecho cuando cierra el libro. Al margen, si uno quiere, de profundizar en la sordidez del alma humana. Eso para gustos.
En una escala del uno al diez, os lo recomiendo un siete largo (lo he dudado un rato) Quizás no parece mucho, pero bajo mi criterio eso es bueno. Vamos, que volvería a leerlo si no lo hubiese hecho ya…

Volviendo a las preguntillas de antes…¿Vosotros qué opináis? Fue el sábado por la noche cuando ese abismo se abrió bajo mis pies, tras una interesante y breve conversación sobre Saramago y los que con él comparten la herencia. Yo estaba blanca de ira ante las críticas vertidas, pero para gustos colores, faltaba más. Obviando este pequeño desacuerdo no supe qué pensar de lo que se me estaba diciendo, todo ello perfectamente resumido en la brillante frase “si un año de estos le dan el Nobel a Paulo Coelho, nunca más compro un libro”. Es una exageración, pero no es descabellado que se lo acaben dando (¿o pensáis que sí?) y, hecha la sentencia, me asalta la duda. Sospechaba yo que no he leído a demasiados Nobel y, para confirmarlo, me he mirado la lista. He leído a Mann, Hesse, Faulkner, Hemingway, Camus, Sartre, Boll, Bellow, García Márquez, Golding, Mahfuz, Cela, Oé, Grass, Lessing y ahora Kertész. Identifico a una docena más (de algunos de estos he leído incluso algunas páginas. Ejemplos: Steinbeck, Coetze, Kipling y Yeats. Sólo puede que lo reintente con Steibeck y Kipling) No hablaría bien de todos, si me pusiese a ello. ¿Se premia el pseudointelectualismo, la pretenciosidad y pedantería? Yo no diría tanto, sólo algunos encajan en esas características, creo. ¿Se premia la calidad literaria? Bueno, los hay que me gustan más y también otros que me gustan menos. ¿Se premia la aportación moral de las obras a la humanidad? Parece que los tiros van más un poco por ahí, ¿no creéis? A algunos de estos escritores se les supone cierta superioridad en ese ámbito por sus vivencias pasadas. En fin… ¿Adónde quiero llegar con todo esto? Para ser sincera, no lo tengo demasiado claro… pero me apetecía divagar sobre ello. ¡Es el Nobel de Literatura! ¿No echáis de menos a nadie por su calidad para contar simplemente historias? ¿Creéis que el Nobel va de otro rollo? ¿Veis factible que se lo den a Coelho dentro de unos años?

01 agosto, 2008

BILLY BATHGATE. (E. L. Doctorow).

Esta es la historia de Billy, un chaval de quince años a quien le ha tocado vivir en el Bronx de los años treinta. Supongo que no es necesario aclarar que se trata de una historia de gangsters. Billy vive, como los otros chicos del sórdido barrio donde siente estar desperdiciando su tiempo, fascinado por esa vida que transcurre fuera de la ley, por los hombres de trajes cuyo corte tiene como fin disimular la sobaquera que esconden debajo, soñando ser admitido algún día en la banda de Dutch Schulz, el Holandés, jefe de una de las bandas más poderosas de Nueva York. Schulz tiene en el Bronx uno de sus principales almacenes de cerveza, lo cual le proporciona a Billy la oportunidad de llamar su atención. La suerte se pone de su lado y poco a poco, como en Uno de los nuestros, el todavía adolescente Billy consigue hacerse con un puesto en el grupo. Son sus ganas de prosperar y su curiosidad las que le llevan a ser testigo del asesinato de otro gangster a bordo de un barco, momento del que parte Doctorow para contar su historia, que es también la de la caída del Holandés.

Dicho esto, me da la impresión, podría parecer que es más de lo mismo, la historia de siempre. Pudiera ser así, no sabría argumentar lo contrario. Pero ¿qué queréis? Desde que me leí El Padrino hace unos cuatro o cinco años ninguna otra novela de esta temática ha caído en mis manos, así que la he disfrutado un montón. Y, aunque hubiesen caído más, tengo la íntima sospecha de que me habría gustado igualmente. Si te gusta una, ¿por qué no te van a gustar las otras? Cada una tiene sus encantadoras particularidades… Hay una forma de hacer novela que da grandes resultados, aunque suene a parvulario nombrarla, que no siempre se respeta por alguna misteriosa razón y que consiste en “contar historia-desarrollar personajes”. Son los escritores que le pillan el truco a esta complicada receta (que esnob me ha quedado la frase, que esnob decir “esnob”) quienes me hacen tilín. Es inevitable. Y, claro, Doctorow, por lo que he visto, es de esos. Los hay mejores, o por lo menos me lo parecen a mí, pero eso no le resta el más mínimo mérito porque tiene el don de la efectividad: engancha, crispa los nervios, sabe jugar. Tal vez más adelante repita con él… Tengo una tremenda curiosidad.
Éste forma parte de todos esos escritores americanos contemporáneos cuya existencia, pobrecilla, desconocía. Y no digo “pobrecilla” sólo por lo triste que pueda resultar la ignorancia en sí, sino porque ¡ay! Lo que me estaba perdiendo… ¿Cuántos se me quedarán en el tintero? ¿Y cuántos europeos? Me da grima pensarlo…

16 julio, 2008

LA ARAÑA

A veces, por desafortunados azares de de la vida, grandes escritores quedan condenados al olvido. Creo que no es el caso de la mayoría, o a lo mejor sí y por eso creo que no. Sea como sea, sí es el del alemán Hanns Heinz Ewers, a quien actualmente se le conoce principal y casi exclusivamente en los círculos de la literatura fantástica. Prácticamente no hay información sobre él en español. No aparece ni en El Poder de la Palabra. ¿Por qué? Bueno, porque aunque profesaba un gran amor por la cultura teutónica (cosa que no les gustaba a los ingleses y franceses de su época) no estaba de acuerdo con el antisemitismo de los nazis a quienes, por cierto, tampoco les entusiasmaban sus tendencias homosexuales. Así que a pesar de su prolífica carrera en el mundo de las artes, pocos le conocen en nuestros días.
Ayer por la noche mi hermano me recomendó (ojo al dato) un relato suyo. El cuento está integrado en una colección de relatos de Vicens Vives, junto con otros de Guy de Maupassant, H. G. Wells o E. A. Poe, y se titula La Araña. Como bien dice King en el prefacio de uno de sus episodios de Todo es eventual cualquier autor de historias de suspense debe escribir una sobre la habitación encantada de una posada (¿Estoy citando a King? ¡Ay, madre! Si no me hubiese preparado yo misma este té, empezaría a sospechar de mi familia…) Curiosamente me parece buena idea. Como no soy muy aficionada al género, no conozco muchos autores que lo hayan hecho, pero estoy segura que los hay. De algún sitio ha tenido que salir la idea, creo que colectiva, de que esta, como el ser enterrado prematuramente, es una situación tópica de la literatura de terror. Tópica, encantadora y muy atractiva.
La araña cuenta la historia de un estudiante de medicina que se ofrece voluntario para desentrañar el misterio escondido en la habitación número siete del pequeño hotel Stevens, donde tres viernes sucesivos, aproximadamente a la misma hora, tres hombres se sucidaron de forma extraña sin que hubiera causas aparentes. Ewers relata con soltura y sabiduría la lucha de voluntades en la que el protagonista se ve sumergido, una guerra psicológica entre el irrefrenable deseo de sucumbir a los encantos de la misteriosa vecina de enfrente, que trabaja en su rueca, y el conocimiento de lo que sucumbir supone.


El misterio queda parcialmente anulado por el mismo título, pero esto no le resta encanto al relato ni impide que su final sea perfecto.

31 mayo, 2008

LA NOCHE DEL CAZADOR


Imaginad: Típico pueblecillo del sur norteamericano, donde todos se conocen, se entrometen en la vida de los demás y hablan con el mismo acento que el oso Yogui. Años 30. La Gran Depresión. Un hombre desesperado roba un pastón en el banco y se carga al banquero. No es un profesional. Es un padre que no tiene qué darle de comer a sus dos chavales. La poli lo detiene a la media hora, el tiempo justo para esconder la pasta. Sólo los niños saben dónde está. Piensa que en un futuro ese dinero les hará la vida más fácil. Craso error.

Al padre lo condenan a la horca. Tal vez le reducirían la condena si dijera al menos dónde está el botín, pero sus labios están sellados. Ni su compañero de celda, un siniestro y persuasivo predicador con las palabras Amor y Odio tatuadas en los nudillos, es capaz, pese al enorme interés que demuestra en ello, de sacarle una sola palabra. Al padre lo ajustician y un mes después el predicador, detenido por un delito menor (aunque en realidad podría acusársele también del asesinato de unas cuantas viudas si no fuera un tipo tan listo) sale a la calle libre como un gorrioncillo. Y, por supuesto, tiene en su mente un plan: encontrar ese dinero. Corre en busca de la joven viuda, Willa, una chica que se ha quedado sola, es pobre, tiene a dos niños a quienes mantener y ni se imagina remotamente dónde está lo que todos buscan, o sea, una mujer peligrosamente vulnerable. Bueno, para el predicador, en este caso, deliciosamente vulnerable. Por supuesto cae en la trampa de Harry Powell y se casan algún tiempo después. Ella piensa que es una gran oportunidad porque sus hijos necesitan a un padre y este parece un buen hombre, es encantador, inteligente y tan buena persona que está dispuesto a cuidarles. Un hombre de Dios. Sin embargo el mayor de los niños, de unos nueve años, no piensa igual. Se da cuenta en seguida de que el predicador busca el dinero. Pero nadie le cree. Piensan que todo son celos y puro cabreo. Fliparían si vieran cómo es la actitud oculta de Powell cuando se da cuenta de que él y su hermana son quienes conocen el secreto. Fliparían con la maldad que ese hombre lleva dentro y con el miedo que es capaz de infundir.

Esa es la esencia del libro. El miedo que despierta, el desasosiego que transmite. La clave para que esta novela sea una gran novela. Que uno tenga la necesidad de parar de leer para tomar aire no lo consigue cualquiera. Y sé que suena tópico, pero es verdad. Ni siquiera A sangre fría, de la que había oído que causaba un efecto semejante, me pareció tan chunga. Esta es absolutamente inquietante. E, insisto, es su punto fuerte. No le debió resultar fácil a Davis Grubb, el autor, dar en el clavo. De hecho, creo que sólo dio en el clavo con esta novela, las demás pasaron inadvertidas. Me voy a permitir insinuar sutilmente que la explicación obvia de este fenómeno, o no-fenómeno, es que el tío no fue un gran escritor. Cae continuamente en lugares comunes, es repetitivo en algunos símiles (“su pelo negro como ala de cuervo” es una frase chirriante que se puede leer bastantes veces en un tramo de la historia), la psicología de los personajes, salvo el del predicador, es bastante pobre y el texto por si mismo es un pelín mediocre. Qué fácil es rajar, ¿no? Que conste que no lo hago con mala baba. Al contrario. Intento explicar que a veces no hace falta ser buenísimo para hacer las cosas muy bien. Claro que no he leído nada más de este fulano. De hecho, dudo que haya otras novelas suyas en español pero, no hay necesidad de faltar a la verdad, no me he molestado en averiguarlo. La cosa es que La noche del cazador es una historia cuya intensidad es tan subyugante que todo lo demás es pajilla. Podría cargarme la mitad de este párrafo y decir simplemente que, como siempre, si tenéis la oportunidad de leerla lo hagáis y si no la tenéis, recordad que siempre podéis buscarla… ¡será por librerías!

15 abril, 2008

BLB

Me salto mi nueva norma no escrita de sólo un post al mes (por lo menos hasta julio, luego ya veremos) para recomendar fervientemente que visiteis un nuevo blog con el que me he tropezado "casualmente".

Aún está en construcción. Creo que debería cambiar el contraste (desde este ordenador almenos no se ve demasiado bien, no sé si es que está mal configurado o qué... ¡Es del aulanet, una no debe fiarse! De todas formas, si tenéis algún problema de esta guisa deberíais quejaros al equipo ejecutivo (yo pienso hacerlo si compruebo que es culpa suya)
Cuestiones técnicas a parte, lo básico y fundamental es que ya está en marcha.

Y promete, ¿no?

Bueno, pues ahí a la derecha está el enlace... siguiente paso: doble click sobre él.

¡Saludos a todos!

05 abril, 2008

PALESTINA: EN LA FRANJA DE GAZA


Me he decidido a escribir de nuevo sobre un comic; una novela gráfica que creo que ya es todo un clásico en su género. Aunque a lo mejor exagero.

A priori supongo que (como la mayoría de las veces) este acabará siendo un post lleno de imprecisiones. Esta vez tengo disculpa: lo leí en diciembre. No tengo muy claro porqué me decido ahora a escribir sobre él, pero intuyo que es porque era una especie de tarea inconscientemente pendiente.

Con el título que tiene no hace falta ser un Sherlock para darse cuenta del tema sobre el que trata. Para escribirlo, Joe Sacco se trasladó allí mismo, al ojo de huracán,en cuanto la primera Intifada se lo permitió, es decir, cuando comenzó a decaer (que no a dejar de notarse) en 1991. A través de intérpretes la mayoría de las veces y directamente otras, recoge todo tipo de testimonios. No sólo de la opresión a la que les someten los israelís, si no también de los problemas entre las distintas facciones palestinas. Cómo se enfrentan a todo ello las familias que, en poco tiempo y sin razones aparentes, lo pierden todo: sus casas, sus medios de vida, a algunos de sus parientes. De los jóvenes, llenos de rabia y de fuerza. De los viejos, llenos de cansancio. De los rencores dificilmente conciliables. De la situación de la mujer. De las enormes cárceles, que parecen ciudades de presos. De la indiferencia que a veces se vive en la calle tras duros episodios de violencia. Cómo esto puede convertirse en simple rutina.

Lo describe sin moralina. Tal cual es, y nada más. Con una buena dosis de ironía. También de respeto. No es una historia de buenos y malos, es una realidad. No me parece un libro pro-palestina porque (al final, eso es cierto) explica también el punto de vista de Israel. No aseguraría, como he leído por ahí, que sea parcial. No hace más que contar lo que vive mientras está allí. No creo que pinte al individuo judío como un cruel tirano que disfruta de su posición, ni a los palestinos como simples víctimas indefensas (aunque no puedan practicamente defenderse). Cuenta historias de personas reales. No veo en esta historia fines políticos en el sentido de la política como posicionamiento formal. Personalmente, no he podido interpretarlo más que como un documental, una exposición de hechos. No intenta convencer a nadie de nada. Simplemente da la palabra a los palestinos. Eso es otra cosa. Al fin y al cabo, las bombas les caen a ellos más que a ningún otro. Su caso es una cuestión de supervivencia. Lo de Israel también, pero a un nivel diferente. Quizás los palestinos pueden hablar desde la subjetividad (aunque sus vivencias claramente son reales, así que lo subjetivo es relativo, -ivo, -ivo) pero para eso está la figura del periodista, que no juzga (esa es la clave, creo), simplemente transmite. No confundamos a Sacco con Michael Moore (objetivamente hablando)

Noto que me estoy yendo por las ramas. Me centraré en ponerle adjetivos al comic:


Magistral. Impactante. Demoledor.


A quién le interese: hay muchos más comics en las bibliotecas públicas de lo que yo creí jamás. Está publicado en Planeta. Las viñetas son un poco raras a veces, Sacco tiene una forma de dibujar bastante peculiar, aunque interesante. A pesar de todo, el comic tiene momentos graciosos y, de verdad, soy consciente de que me repito mucho en los finales de los post, pero cuando lo digo es porque lo pienso: vale la pena.

04 marzo, 2008

La cruzada de los niños (MATADERO CINCO)



Tengo la gran suerte de que alguien escuche mis constantes refunfuños y que cuando ve la oportunidad de hacerme callar, no la desaprovecha... Gracias a esto, he podido leer a Kurt Vonnegut (No encontraba sus novelas por ningún lado, y eso que están en Anagrama) También tengo la suerte de que Francisco Machuca encontrara un día este blog. Digo esto porque probablemente sin él ni siquiera conocería a Vonnegut… Sí, definitivamente tengo una chorra como la copa de un pino.

Preferiría no escribir aún este post porque creo que se merece algo más elaborado. Me gustaría poder hablar del autor y de su obra en general, pero ¡ay! sólo he leído Matadero cinco. “¿Y porqué no te esperas?”, direis (bien dicho.) Bueno, la razón evidente es que no sé cuándo encontraré más títulos por ahí. Y, sí, aquí cabría hacer una segunda pregunta “¿Por qué no miras en la Fnac o en El corte Inglés?” Mi lado pervertido dice lo mismo. Pero no, gracias. Los libreros de toda la vida también tienen facturas y estómago. (No pienso poner los pies en la Fnac, me niego, no, jamás, nunca. Vale, ya lo he dicho.) Además no olvidemos que esta razón es evidente, no única: La otra es que Machuca no sólo me ha hablado de Vonnegut. Y además también he estado investigando por mi cuenta… así que se me acumula el chollo. De momento, toca explorar…

Así que ciñámonos a Matadero Cinco.

“Volví allí con un viejo camarada de la guerra, Bernard V. O’Hare, y nos hicimos amigos del taxista que nos llevó hasta el matadero donde nos habían encerrado una noche como prisioneros de guerra. Su nombre era Gerhard Müller y nos dijo que había sido prisionero de los americanos durante algún tiempo. Le preguntamos qué tal se vivía bajo el comunismo, y él respondió que al principio era terrible –pues todo el mundo tenía que trabajar muchísimo, a parte de que no había ni cobijo ni alimentos ni ropas adecuadas-, pero que ahora las cosas estaban mucho mejor. Tenía un apartamento, pequeño aunque muy agradable, y su hija recibía una educación excelente. La madre quedó calcinada en el bombardeo de Dresde. Como suena.”

El lenguaje es perfecto: sin adornos, sin pretensiones. Con ironías constantes y sutiles y con un humor negrísimo. Sólo la primera frase, “Todo esto sucedió, más o menos”, es suficiente para intuir que a Vonnegut hay que leerlo. Soy consciente de lo precipitado que es, por lo que ya sabéis, decir cierto tipo de cosas (cosas como las que estoy a punto de decir) pero ojalá hubiera más vonneguts en el mundo. Simple, directo, divertido y estremecedor… ¡Porras! Este es de esos que me hacen recordar mi adolescencia (cuando quería ser escritora) con sonrisa sarcástica. Me encanta. Me encanta disfrutar de tipos así. De libros que, cuando llegas al final, sigues manoseando un rato antes de ponerlos en un estante, a la espera de encontrar algún incauto a quién endosárselo para que se repita la experiencia. Oh, mon amie… cê't l’amour (Esto escrito de oidas, que yo de francés ni papa, así que, si alguno sabe, que no me odie para siempre)

Como aborrezco redactar argumentos, voy a copietear un poco lo que pone en la contraportada de mi edición (aunque recomiendo que leais la sinopsis de la Wikipedia) :
La historia de un superviviente de la matanza (Se refiere al bombardeo de Dresde) que, muchos años más tarde es raptado y transportado al planeta Trafalmadore es una de las muchas tramas que se entrecruzan en una obra profundamente innovadora, en la que resplandencen cegadoras metáforas de la nueva era y en la que los pasajes de ciencia ficción funcionan a la manera de los payasos de Shakespeare.

Vale, está claro que Vonnegut no lo resumiría así, ¿verdad?
La cuestión, lo verdaderamente sorprendente, es que el alter ego del autor en esta novela es abducido por unos extraterrestes que ven en cuatro dimensiones, lo que les permite tener una noción del tiempo completamente distinta de la nuestra. Así, los flashback no lo son en realidad… ¡es que el prota viaja en el tiempo! Y yo que pensaba que la ciencia ficción era para flipaos….

En fin. Creo que me estoy alargando mucho. Va a haber que ir abreviando. Haceos con uno y dejad de perder el tiempo en internet, comprabaréis que vale la pena.

06 febrero, 2008

...Y OTRA DE ARENA

Otra vez, por darme un respiro (por eso y porque hoy me acabé el último libro que me quedaba y la otra alternativa a Regulación es el Solitario Spider y por ahí no paso) voy a soltar mi rollo insípido sobre otro par de libros. Bueno. Y porque este par de libros, en concreto, me han gustado mucho. Mucho, mucho.

Rant es la última novela de Chuck Palahniuk (el amigo de los niños). Prefiero no contar mucho de qué va, porque a mis manos llegó sin ninguna información y lo cierto es que tampoco en las capas del libro da demasiadas pistas sobre el argumento. Me parece una buena idea. Es un libro que vale la pena ir descubriendo poco a poco. Decir simplemente que es una biografía ficticia ambientada en una sociedad supuestamente futurista (no en plan androides y coches que vuelan (oooh) sino más bien con ese punto Huxley de “la humanidad se va a la mierda” (uy, lo que ha dicho)) y que el final no tiene precio. Bueno, la historia en sí no lo tiene (aunque se lo han puesto en veinte euros, nada más y nada menos) tanto por curiosa como por original. Que nadie se haga ilusiones con volver a disfrutar de momentos desagradables como en Tripas, porque no los tiene, pero que nadie se desanime, porque Palahniuk sigue derrochando exotismo a raudales. Ha escrito su novela como si se tratara de un documental construido a base de las declaraciones, entremezcladas, de los conocidos del protagonista. Este recurso, que aporta mucho ritmo, está además muy bien aprovechado por el autor para introducir sorpresas inesperadas (ya, las sorpresas es lo que tienen) Así que bueno, teniendo en cuenta que me muero por decir de qué va exactamente (porque es muy fuerte) no voy a decir nada más, que se me calienta la boca y luego la tenemos (dudo mucho que salga un libro mejor este año)

La otra novela a la que me refería al principio es todo un clásico de la literatura portuguesa del XIX: El misterio de la carretera de Sintra. La hijita de Eça de Queirós y Ramalho Ortigao. No tengo palabras para expresar lo que mola. Bueno, seamos sinceros: se me ocurren muchas, pero son pedantes y me da vergüenza hablar así. Se publicó por entregas curiosamente el mismo año en que murió el rey del género, o sea, Dumas, en un periódico llamado Diario de Noticías. Llegó allí por correo, como cartas dirigidas al director por los distintos implicados en el misterioso suceso. Por eso llegaron también a la redacción otras de personas reales que, no dándose cuenta de que se trataba de la broma de un par de incipientes escritores, intentaban aportar luz al enigma. Cuando Eça se consagró en el mundo literario llegó a calificarla de “execrable” y, hombre, fallitos tiene, pero no hay que pasarse. Que el tío la escribió con mi edad (ahí, ahí, urgando en la herida, ¿alguién me pasa la sal?) No sé, entiendo que un escritor profesional y autocrítico pudiera verla como una chorradita de sus inicios pero la lectora consagrada (ole, ole, ooole!) que aporrea el teclado no opina lo mismo. Está claro que él no se leyó El cazador de sueños (¡uf! Qué suplicio)
La trama: dos jóvenes son raptados por tres enmascarados que les llevan a una lúgubre casa, donde nada es lo que parece. Un cabello rubio de mujer, una copade agua con opio, un montón de pasta desaparecida y otro hombre que se presenta allí sin que nadie le espere. ¡Ah, claro! Y el cadaver de un extragero…

16 enero, 2008

LECTURAS LEVES


Al final, como si no fuera evidente, las Navidades pasaron en un suspiro. Mis planes se vieron frustrados e hice demasiado poco de todo lo que tenía que hacer. Soy de esas que se organizan fatal. He necesitado volver a Mundo-mandril (aunque este nombre no sea ya más que una simple reminiscencia) y estar al frente de mi eterna mesa llena de libretitas, calculadoras, cds, pendrives y sobre todo de perversos montones de apuntes, que si tuvieran ojos me mirarían igual de mal que yo a ellos, seguro, para abrir una página de Word y ponerme a escribir. Así que no nos engañemos. No es que mi primer libro de este año me haya inspirado. Ha sido la necesidad de desuncirme.

No es una primicia que, tristemente, Paul Auster no me toca la fibra. Por más que lo intente (no él, yo). Esta vez, con Leviatán, la cosa pintaba bien. El protagonista es un escritor que decide hacer un relato explicativo de la vida de un amigo suyo antes de que sus trocitos (el tipo, el amigo, muere manipulando una bomba) sean identificados y llegue a los oídos de la gente una versión errónea de los hechos, una imagen de él distorsionada y peyorativa. Hasta aquí, estupendo. Me recordaba a La verdadera vida de Sebastian Night. Un tipo decide escribir la biografía de otro para salvar su honor. No está mal. Además Auster es bueno, da a sus textos mucha agilidad e incluso engancha (cuánto es ya otra cuestión) Así que todo iba bien, como decía, a pesar de ser nuestro héroe un escritor amante del béisbol con un divorcio a sus espaldas (sorpresa, sorpresa)
Por desgracia no tardaron en torcerse las cosas. Aun siendo la historia capaz de picar la curiosidad, algo falla. La poli relaciona el caso con el escritor porque entre los fragmentos recogidos en el lugar del accidente encuentra un trocito de papel con su número de teléfono (?) Así se inicia la contrareloj (se supone que lo escribe todo en un par de semanas, a escondidas) de aclarar las cosas. En estas circunstancias, Paul Auster relata los hechos como si el protagonista fuera un psicólogo amante de su trabajo: Fulano actuó así porque se sentía asá. Por supuestó “así” es demasiado inverosímil, o lo son sus consecuencias, como para no tener que explicarlo… pero sería de agradecer un poco de sutileza al hacerlo. Su forma de psicoanalizar a todos los personajes es demasiado descarada y resulta artificial teniendo en cuenta que se trata de una persona hablando de otras personas de su entorno: su amigo, una amante, la amiga de su amante, su ex-mujer, la mujer de su amigo y, por supuesto, él mismo. ¿Realmente es creible que un ciudadano de a pié sea capaz de hacer el retrato psicológico de todo el mundo? Me molesta que haya que justificar los actos de los personajes para darles sentido, metiendo con calzador explicaciones que no deberían hacer falta para sostener una historia, especialmente cuando no se está utilizando un narrador omnisciente. Está claro que Auster tiene que comer. Que trabaja un montón y que hace betsellers y punto. Pero me da pena que sea así porque en el fondo estoy casi convencida de que podría escribir grandes libros. Desde luego tiene las aptitudes ¡a ver si se anima!

Por lo demás, ahora estoy leyendo el ya famoso Firmin, de Sam Savage. Hay una reseña de él en el blog Cuaderno de lectura , por eso supe de su existencia. Me está pareciendo interesante aunque tal vez esperaba un poco más. De lo que no cabe duda es de que se trata de una historia bastante original, fácil de leer, con guiños literarios (que siempre quedan bien, ¿no?) y por lo tanto es perfecto para épocas en las que uno no tiene mucho tiempo. Mi problema es que justo en esos momentos es cuando me entran unas ganas descomunales de leer a Dostoyevski. Por eso no quiero hablar demasiado de Firmin. Me doy cuenta de que lo estoy leyendo con bastante ansiedad y eso me causa insatisfacción (¡juas! soy una pequeña Paul Auster en potencia, pero en versión cutre...¡si más pronto hablo...!) Así que nada, pasaos por allí y, como siempre, si tenéis la oportunidad, juzgad por vosotros mismos.

12 diciembre, 2007

SANTUARIO

Pido disculpas (una vez más y si es que a alguien le importa) por estar un mes enterito por ahí de picos pardos (“de picos pardos”= “muriendo lentamente”, ya sabéis) pero he de decir en mi favor que no he descuidado mis deberes (o no del todo). Algunos de los libros que he leído no me han gustado mucho, tengo que admitirlo. No estaba en mis planes decir esto pero… si hay por ahí alguna alma bondadosa que haya sido cautivada por Kafka en la orilla (o sea, que lo entienda) que me lo explique, please. Al llegar al final, de pronto me vi graznando“¿Qué? ¿Qué?” Así que necesito que alguien me ilumine para, una vez que lo entienda, rajar a gusto sobre ciertos momentos estilísticos, no muy abundantes, pero presentes al fin y al cabo, que me han hecho sangrar los ojos. Tranquilos, eso era una metáfora…
¿Lo pillais?

También he leído (y sigo haciéndolo) cosas guays, pero hoy voy a centrarme sólo en una de ellas. Habían sido varios, concretamente dos, mis fallidos intentos con Faulkner. Era frustrante... ¿Cómo es posible que no pudiera con él? ¿Con su obra más famosa? Sabía de antemano que los primeros capítulos de El ruido y la furia eran dificiles pero que valía la pena hacer el esfuerzo porque la novela es impresionante. Ratifico lo primero pero no estoy en condiciones de hacer lo mismo con lo segundo. Esos primeros capítulos han sido más fuertes que yo, los muy condenados. Así que tenía ahí una asignatura pendiente, una piedrecita en el zapato, una espinita en el corazón... Finalmente opté por prescindir de la novela pero no del autor. ¿Y cuál ha sido mi elegida? Santuario, la novela que le resultó editorialmente más rentable, si no me he informado mal.
Santuario es una reflexión acerca de la bajeza, la cobardía, la sumisión ante las adversidades y la corruptibilidad a las que somos capaces de sucumbir.
Un abogado se ve envuelto en un caso de asesinato y violación (una violación terriblemente mezquina, dentro de la propia mezquindad de cualquier violación) tras entrar en contacto con un grupo de contrabandistas de whisky. La creencia en la Justicia lleva a Horace Benbow a defender, ante una sociedad que desea ávidamente condenar al acusado, al inocente que ha de sentarse en el banquillo. Ese cuyo futuro más probable es ir a la horca si tiene la suerte de no ser antes linchado. Incluso tiene un aire a Matar a un ruiseñor, o yo se lo he visto, o querido ver, o lo que sea, con la diferencia abismal de que en ella se transmite un sentimiento de esperanza y en Santuario, de desilusión. Benbow adivina quién ha sido el culpable, sin embargo su cliente no quiere que se le nombre en el juicio por temor a ser inmediatemente asesinado por el verdadero responsable de los crímenes, un gángster taciturno sin el menor atisbo de escrúpulos que sigue delinquiendo tranquilamente en plena libertad. El acusado sostiene, inocentemente, que como no hay pruebas evidentes contra él, no lo condenarán.

Relativamente en la línea de mis lecturas de los últimos tiempos, por el fondo, no por el argumento, me ha parecido sobradamente interesante y creo que no tardaré mucho en leer algo más de Faulkner, probablemente Los rateros, que se llevó el Pulizter en el 62. Si alguien considera que hay alguno mejor (que no sea El ruido y la furia, claro) os agradecería que me lo dijerais, lo tendré en cuenta para mi lista navideña. Ahora que vienen las pseudovacaciones supongo que postearé con más frecuencia. Tener internet a tan pocos metros es una enorme tentación.

03 noviembre, 2007

FANTOMAS

Como adelantaba el domingo pasado (por el mero hecho de dar señales de vida, básicamente) el libro que voy a comentar esta vez es Fantomas.
Hace cosa de un año, mi padre descargó una peli viejísima (que le había flipado cuando la estrenaron en el cine siendo él un niño) sobre este personaje y vi un trocito para comprobar en qué estado estaba. Me hizo reir aquel coche que de pronto se transformaba en avión. No se me ocurre nada más cutre ahora mismo. Pero claro, en los sesenta las cosas eran diferentes.
La semana pasada me encontré con el libro. Una reedición relativamente nueva de Mondari. Y me lo llevé. Pensé que no estaría mal un poco de folletín (hacía mucho tiempo que no le dedicaba tiempo al género) y que además, a lo mejor a él le apetecía echarle un vistazo.
Como se podía prever, estilísticamente no es en absoluto brillante. Argumentalmente… tampoco, no nos vamos a engañar.
Pero es adictiva.

Fantomas es un psicópata y, por consiguiente, carece de escrúpulos. No recuerdo tampoco haber visto hasta ahora a ningún otro rufián de novela tan insensible. Lupin, por ejemplo, tenía su corazoncito. O Cheri-Bibi. ¡Ah, pero no Fantomas! Este tío puede ser un ladrón y un caballero o degollar salvajemente a una anciana sin miramiento alguno (sin ir más lejos, el final de la primera entrega es chunguísimo) A él se le pueden atribuir todos aquellos casos que aparentemente no tienen solución. Los policías razonables opinan que Fantomas es fruto de una oscura leyenda urbana. No así el inspector Juve y el periodista Fandor (en la novela que inicia la saga se explica de dónde sale este personaje y cuáles son sus motivaciones para creer en la existencia del famoso criminal al que sólo la imaginación del lector pone rostro) así que dirigen todos sus esfuerzos a capturarle. Sin grandes resultados, claro. Si atrapan a Fantomas se acaba la historia.

La colección consta de 32 novelas escritas por dos amigos: Marcel Allain y Pierre Souvestre*. Inicialmente se les encargó una serie de cinco novelas, pero su éxito fue tan rotundo que no tuvieron más remedio que continuar. Comenzaron en 1911. En 1913 ya las habían publicado todas. Habréis observado que el ritmo de trabajo fue impresionante. Al parecer uno escribía los capítulos pares y el otro los impares. A esa velocidad y con semejante método, no se puede exigir mucho cuidado en el estilo. Sin embargo, encontraron la fórmula para atraer al público y causaron gran sensación. He leído por ahí que incluso Apollinaire fundó la Sociedad de amigos de Fantomas. Para ir a mear y no echar gota, ¿verdad? (¡ay, por favor! ¡Qué soez, vulgar y chabacana!) ¡Se han pintado cuadros, se han rodado películas, se han hecho cómics! Cuánto debe el arte a este enigmático personaje de la noche parisina… O no. Pero lo cierto es que ha despertado el interés de sus lectores y que todavía lo sigue haciendo. Por algo será.


* En los años treinta, tras la muerte de Souvestre, Allain publicó ocho entregas más.

28 octubre, 2007

FANTOMAS



"No se le ve, se le intuye. ¡No se le oye, se lo presiente! "


(¡Adoro el folletín! La semana que viene os cuento...

Por cierto, el cuadro es de Juan Gris y se llama Fantomas (pipe et journal) No fué el único que le dedicó un poquito de su arte: también lo hicieron Magritte, Neruda y Cortázar. Como mínimo. Al parecer este personaje dió para mucho más de lo que yo pensaba... )

13 octubre, 2007

PARA TODOS LOS PÚBLICOS

Conocí la existencia de William S. Burroughs a través de El almuerzo desnudo, de Cronenberg, la adaptación al cine de una novela “inadaptable” del, ahora lo sé, legendario escritor americano. Pensé vagamente que tal vez estaría bien leer algún otro libro suyo, por ampliar horizontes.
Pero lo pensé sin mucho entusiasmo.
Entonces empezaron a pasar los días, las semanas y, luego, los meses. Y de pronto volvía a estar husmeando en una biblioteca, buscando algo que ni siquiera puedo recordar, en esas estanterías atiborradas de libros de todos los tamaños y contenidos.
Buscando la referencia supuesta de mi libro olvidado vi otro de color morado bastante pequeñito. Y ya no vi nada más. Me pareció tan curioso que destacara de una forma tan insólita entre sus vecinos que me abalancé sobre él como si de churrasco se tratara.
Era Yonqui.
Esta novela tiene un estilo formal mucho más convencional que el resto de la mayoría de su obra. Lo dice bien clarito la Wikipedia. También dice que Burroughs consideraba al lenguaje (a su estructura más bien) la principal causa de la alienación humana (como mínimo es curioso) y por eso a partir de los años sesenta comenzó a experimentar con él. De ahí El almuerzo desnudo (menciono esta otra vez, porque es la única que conozco)
En efecto, Yonqui está escrita como la más cotidiana de las novelas. Lo cual me ha resultado muy grato, he de decir. Una muestra de ello:

“Esta es la pregunta que se plantea con más frecuencia: ¿qué hace que alguien se convierta en drogadicto?
La respuesta es que, normalmente, nadie se propone convertirse en drogadicto. Nadie se despierta una mañana y decide serlo.
(…)Uno se hace adicto a los narcóticos porque carece de motivaciones fuertes que lo lleven en cualquier otra dirección. La droga llena un vacío. Yo empecé por pura curiosidad. Luego empecé a pincharme cada vez que me apetecía. Terminé colgado. La mayor parte de los drogadictos con los que he hablado tuvieron una experiencia semejante. No empezaron a consumir drogas por ninguna razón en concreto. Quien nunca haya sido adicto no puede hacerse la idea de lo que significa necesitar droga con la tremenda intensidad de quién está enganchado. Nadie decide convertirse en yonqui. Una mañana se levanta sintiéndose muy mal y se da cuenta de que lo es.
Jamás he lamentado mi experiencia con las drogas.
(…)He aprendido la ecuación de la droga. La droga no es, como el alcohol o la hierba, un medio para incrementar el disfrute de la vida. La droga no proporciona alegría ni bienestar. Es una manera de vivir”



Quizás este fragmento sea una de las partes más emblemáticas de la novela.
Sin duda es muy ilustrativo.
La novela no es una apología de las drogas (en América sí se lo tomaron un poco así en su día) sino que cuenta de forma muy inteligente y objetiva, a pesar de tener tintes autobiográficos, una experiencia “diferente” de forma que los que no la llevamos en nuestro “Haber” podamos acercarnos a ella con una mirada nueva. No he dicho benevolente. He dicho nueva. Que conste.

Así que ya está. Otra recomendación para el saco.

Nota para alérgicos a los libros y vagos en general: Este le está gustando hasta a mi hermano, que no leía ni a tiros…Animaos.

21 septiembre, 2007

EL GRAN CAMBIAZO

No sé si le debo este gusto exagerado mío por la lectura a mi madre, que me mandaba todos los días para cama media hora antes de la de dormir con un libro bajo el brazo, o a mi profesora Chelo, que todos los días, antes de empezar la espantosa clase de matemáticas, nos leía un capítulo de algún libro.
Uno de ellos fue Charlie y la fábrica de chocolate. El primero (y esto sí lo sé seguro) que me enganchó. Mientras duró su lectura los días parecían más largos: no llegaba el momento de saber qué más le pasaba a los chavales en aquel sitio tan increíble y fantástico. Yo estaba revolucionada, impaciente, queriendo saber más. Mi compañero Martín tenía el libro en casa, así que él se iba leyendo los capítulos por adelantado. Todos los días, durante la clase de mate, le daba la paliza para que me contara qué le pasaba a Charlie en el capítulo siguiente. Por supuesto él se negaba a contármelo durante un buen rato- ¡Malditos niños!- aunque siempre acababa revelándome alguna cosilla. Llegados a ese punto, típico, ya no quería saber más.
Es lo mismo que cuando alguien que conoces tiene la temporada siguiente de Lost y tú no. Te mueres por saber más, pero en el fondo no quieres enterarte por terceros.

Desde entonces me he pasado tardes enteras intentando volver a tener la misma sensación. Y lo he conseguido muchas veces.

Así que le debo una a Roald Dahl.

Me he leído muchos otros libros suyos, magnifícos todos. El último de ellos ha caído en mis manos esta semana. Se titula, evidentemente, El gran cambiazo y está integrado por cuatro cuentos para adultos.

A juzgar por la portada uno se espera tal vez algo más picante y gracioso. No es esto exactamente lo que luego se encuentra entre sus páginas, pero lo cierto es que lo que se encuentra no está nada mal. Son macabros, inquietantes y burlescos; esto los hace divertidos aunque no arranquen más que alguna sonrisa irónica.

Todos tienen en común un tema: el sexo. Su importancia. O la importancia que se le atribuye.
El primero, El visitante, cuenta la aventura de un tipo (un follarín) en pleno desierto del Sinaí, donde por alguna triquiñuela de su anfitrión se ve obligado a pasar la noche en un increíble palacio, habitado por dos cachondas, en medio de un Oasis.
El siguiente, El gran cambiazo, cuenta la historia de dos vecinos, atraídos ambos por la mujer del otro, que deciden intercambiarse una noche de sábado sin que ellas lo sospechen siquiera (Pobre par de tontainas. El final no tiene precio.)
El tercero, El último acto, cuenta la primera experiencia sexual de una viuda deprimida, y el último, Perra, trata de un científico que da con la fórmula, con el perfume, que hace que todo hombre que lo huela tenga la imperiosoa necesidad de tirarse a una tía salvajemente.

Roald Dahl era un escritor que se caracterizaba por su desbordante imaginación. Supongo que esto es lo que lo ha hecho tan especial. Desde luego las situaciones que se le han ocurrido no se le hubiesen ocurrido a cualquiera.
Es capaz de mantener el interés durante todos los relatos que, aún encima, casi siempre tienen un final inesperado. A veces, y esto me ha pasado sobre todo con otro de sus libros, Historias extraordinarias, el final no es lo mejor del cuento pero su forma de relatarlo hace que no sea más que un pequeño detalle sin importancia.
Supongo que queda un poco hortera decirlo, pero la verdad es que este fulano nació para contar historias. Atrapa con su forma de hacerlo.
Debemos alegrarnos mucho de que no se haya dedicado a otra cosa...

12 septiembre, 2007

UNA PANTERA EN EL SÓTANO

Cuando los egipcios hablaban de Israel se referían “al pueblo de Israel”.
Cuando los judíos hablaban de Israel, se referían a la Tierra Prometida.
Sólo con esto ya se podía adivinar que iba a haber movida.
La zona a la que los judíos se referían era, en época de los egipcios (Ramses II y toda la pesca) una zona de paso que no se sabía muy bien a quién pertenecía (egipcios, filisteos, sumerios, etc.) Hasta que un buen día, los hombres de las tribus que se denominaban a sí mismos Hijos de Israel, o sea, descendientes de Jacob (según el relato bíblico, su nombre fue cambiado por el de Israel, “el que pelea con Dios”) se rebelaron, consiguiendo conquistar así la ciudad de Jericó (que era la ciudad más importante de este conflictivo territorio) y las regiones que la rodeaban.
Con todo, los judíos no dejaban de ser una tribu que poco tenía que hacer contra los grandes imperios de afán conquistador. Así, estuvieron bajo el domino de Asiria, Babilonia, Persia, Macedonia, su heredero el Imperio Seléucida, Roma y Bizancio. No hace falta decir que, salvo los seléucidas, todos fueron echando poco a poco de allí a los judíos. Especialmente los romanos.
Los judíos no estaban muy contentos con los impuestos que estos les exigían ni con algunas imposiciones religiosas que pretendían introducir. Tras una primera revuelta, los judíos se salieron con la suya; pero sólo temporalmente. Hubo dos revueltas más y al final se les expulsó masivamente del territorio. Los romanos rebautizaron a la región como Palestina.
Después de Bizancio, esta tierra fue dominada por varios estados islámicos (exceptuando el periodo de las Cruzadas, cuando se estableció el Reino de Israel) y a continuación y durante cuatro siglos (hasta 1917) perteneció al Imperio Otomano.
Entre aquella emigración masiva causada por los romanos y el final de este último imperio, evidentemente, pasaron muchas cosas. De hecho, a finales del siglo XIX, los judíos volvían a ser mayoría en Jerusalén ¿Cómo fue posible? Pues porque los judíos no se quedaron de brazos cruzados todo ese tiempo. El exilio al que se vieron sometidos tras ser expulsados por los romanos se conoce como diáspora. Los judíos que la sufrieron anhelaban regresar a su tierra y así, a lo largo de los siglos, hubo diferentes oleadas migratorias hacia allí. Pero fue justo en el XIX cuando más se notó el retorno.
En la Europa de aquella época, el esplendor de los imperios tocaba su fin, y comenzaron a surgir con fuerza los nacionalismos. En ellos se apoyaron los sionistas, que defendían que los judíos eran un grupo nacional y no un grupo religioso, por lo tanto necesitaban establecer una patria propia. ¿Dónde? En la vieja Palestina, que aún pertenecía a los turcos. Estos, por otra parte, en un principio, no estaban muy disgustados con la entrada de judíos en su territorio; al fin y al cabo los judíos tenían pasta para comprar las tierras y ellos las vendían encantados porque no consideraban que aquel territorio valiese gran cosa. A los que no les hacía tanta ilusión era a los árabes que estaban allí asentados.
Para agravar la situación, en Europa surgieron un par de corrientes más: el antisemitismo (Los nacionalistas decían “Un pueblo, un Estado” ¿Y quienes no tenían un Estado? ¡Bingo!) y el fascismo.
Así que venga a emigrar a Palestina. Y los musulmanes venga a mosquearse.
En 1917 parecía que las cosas iban a empezar a ir bien para los judíos, por fin. El Ministro de Asuntos Exteriores británico promovió la idea de que se crease allí el ansiado Estado de Israel (tenía sus razones interesadas, que nadie se piense que lo hizo por altruismo) Una vez finalizada la Primera Guerra Mundial, la Sociedad de Naciones estableció allí el Mandato Británico.
Los británicos se metieron en un follón: Por un lado durante la Guerra habían prometido apoyo a los judíos y por otro prometieron a los árabes que obtendrían la independencia para crear un Estado árabe unido.
Así que los judíos estaban algo mosqueados con los ingleses.
Y los árabes también, of course.
Los árabes atacaron a las comunidades judías. Los judíos atacaron a las comunidades árabes.
Después llegó la Segunda Guerra Mundial y los británicos dieron un poquito más la espalda a los judíos abandonando la promesa de favorecer la formación del Estado Judío y dificultando la inmigración a Palestina (incluso mandaban de vuelta a Europa a muchos judíos que intentaban huir.) Su Mandato expiraría en 1948. En Palestina no resultaban nada simpáticos.

Este es justo el ambiente en el que se desarrolla la historia que cuenta Amos Oz en Una Pantera en el sótano.

Profi es un niño de unos doce años que lucha por la creación del Estado Judío en 1947. Los británicos son el enemigo, pero él accede a darle clases de hebreo a un militar a cambio de clases de inglés. Profi lo hace en realidad no sólo para aprender el idioma, sino para ayudar a la resistencia (el grupo LOM, constituido por él y un par de amiguetes) sonsacándole al británico información privilegiada. Pero su comando no lo entiende y le acusan de traidor. Profi está hecho un lío. Sobre todo porque siente simpatía por el britanico. A partir de ahí, en todos sus actos ve cierta traición hacia alguno de sus seres queridos. Hacia el británico. Hacia la hermana mayor de uno de los otros niños. Hacia sus propios padres. Y empieza a cuestionarse cosas que nunca antes se había planteado.

No sé si hace falta que diga, con lo blandurrona que estoy últimamente, que este libro también me ha gustado mucho. Me lo leí juntando horas de un día (no llega a las doscientas páginas). Su prosa está muy bien construida, sin adornos superfluos, como a mí me gusta. Está contada con ternura, pero no de forma ñoña.
Y, lo mejor de todo, es un libro que da que pensar...

NOTA: Todo ese rollo histórico lo he soltado por si alguien le pasaba lo que a mí, o sea, por si estaba muy verde en el tema.
Cada vez que veía el telediario (y esto es desde hace mucho tiempo) ponía cara de haberle dado un mordisco a un limón mientras me preguntaba "¿Pero de dónde sale todo esto?" Así que este libro me ha dado el "empujoncito" para enterarme del todo (sólo tenía nociones confusas de la historia a partir de los setenta, que no era mucho...)
En fin, ahí queda.

10 septiembre, 2007

¡Y QUE NO SE ME SUBA A LA CABEZA!

Pues vaya.
No sabía que fuera tan complicado esto de escribir un discursito (a partir de ahora pondré todos mis esfuerzos en luchar por la paz en el mundo, y por salvar a las ballenas blabla). Pero lo és. Así que simplemente voy a darle las gracias a Francisco Machuca por concederme el Thinking Blogger Award.
Porque, agarraos al asiento, eso es justo lo que ha hecho.



Ayer por la noche, cuando me enteré, iba de camino a mi cama transportada en una nubecilla de sueño intentando que mi conversación telefónica le pareciera coherente a mi interlocutor, así que no asimilé muy bien de qué iba esto del premio. Soy una chica, puedo hacer más de una cosa a la vez, cierto. Pero tengo el pelo castaño claro y con el sol (y los miserables rayos que se filtran por la ventana son suficientes para ello) me salen unos horribles mechones rubios. No se le pueden pedir peras al olmo... es mi sino.

Total, que ahora ya sé de que va la historia.
El Thinking Blogger Award (esto de que esté en inglés me encanta, me siento una Philip Roth de la vida) es un premio que se conceden los bloggers entre sí. Se premian aquellos blogs que le dan a uno algo en qué pensar. Y cada premiado debe conceder, a su vez, el premio a otros cinco blogs. Así que ahí van los míos:

Uno para La mar de libros, porque me ha encantado su idea de poner pasajes de autores. Y porque me han gustado mucho los pasajes que ha elegido.
http://mardelibros.blogspot.com/

Otro para La fraternidad de Babel, porque escribe con agilidad, como a mí me gusta, y porque algunas veces habla de cosas que no conozco, picando mi curiosidad.
http://www.fraternidadbabel.blogspot.com/

Uno más para mi vecino el informático, Silencio, por favor, porque es el blog de cine que más me ha gustado hasta ahora, porque me parece un blog muy prometedor y porque espero que algún día haga una crítica muy positiva sobre alguna peli que yo odie para poder rajar a gusto (esto a lo mejor sólo lo comprenden los pobres incautos que me conocen y, a pesar de ello, siguen teniendo trato conmigo; los que comprenden que para mí es importante tener a alguién con quién discutir simplemente por el mero placer de hacerlo y porque siempre se aprende algo)
http://silencio-porfavor.blogspot.com/

Otro para Huesos de sepia, porque es capaz de despertar, a veces, mi admiración por su forma de escribir (¡y tan joven! ---> Comentario de abuela)
http://huesosdesepia.blogspot.com/

Y at last, but not least Perdida entre libros, por ponerme los dientes largos con sus lecturas; por descubrirme a autores que tardaría mucho teimpo en descubrir por mi misma.
http://perdidaentrelibros.blogspot.com/

Listo.

Un agradecimiento más, esta vez a Diego, Tania, Miguel y Jorge por no actualizar nunca, facilitándome así la elección de los blogs que he premiado (esta frase está llena de resquemor, por si no os habéis dado cuenta)

Saludos para todos los que me leeis y un beso para cada uno (qué demonios... hoy me siento generosa)

05 septiembre, 2007

DINERO. MARTIN AMIS


John Self está forrado. Ha rodado varios spots para la tele y ahora va a dar el gran salto: el cine. Nueva York. Por eso se pasa la vida viajando entre Londres, donde vive, y la gran ciudad americana, donde se están haciendo todos los preparativos para ese nuevo reto. La tarea no es sencilla, sobretodo cuando los actores son estrellas caprichosas como los suyos; cuando el guión es el problema… es un gran problema.
Pero no el único.

John Self es un tipo muy peculiar. Gana dinero con mucha facilidad, y lo gasta con la misma… sus principales inversiones son el alcohol, la comida basura y la pornografía. Este estilo de vida le trae algunas complicaciones: su novia sólo lo quiere por su dinero (lo cual no intenta disimular, o hay cheque o no hay polvo, ni a él parece importarle demasiado. Cree que el dinero es el motor del mundo. Y lo es, al menos del suyo), peleas nocturnas, llamadas telefónicas amenazantes, etc. Como para no dormir de noche…. (cosa que no hace, porque se las pasa en bares y burdeles, con sus consecuentes anécdotas)
Y mientras, el dinero fluye como la vida misma.

Me ha gustado mucho esta novela. De acuerdo que tal vez mi sinopsis no sea la mejor. Pero os la recomiendo. ¿Por qué? Porque es una novela muy divertida. A carcajadas me reía yo solita tirada en el sofá. Especialmente en la segunda mitad. Hacía tiempo que no dedicaba mi tiempo de lectura a novelas tan divertidas como este último año.

Para conseguir que simpaticemos con este personaje tan infame y vil (el tío es un chungo, no hay por donde cogerlo) Martin Amis (que además de escritor, se convierte también en personaje de su novela) pone el relato en boca del propio John Self, en un monólogo en el que invoca al lector, pidiendo nuestra complicidad o, más bien, nuestra piedad. Porque en realidad, aunque lo haga como lo hace, con parodias de sí mismo, con cinismo, con burla despreocupada, lo que cuenta John Self es una tragedia. Bueno, puntualicemos esto. Es, más bien, lo que podríamos llamar una tragedia. No sé si dejo claro el matiz. Para el protagonista es una tragedia, para el lector no. Imagino que esto se debe a que hay mucha distancia entre su vida y una vida normal, por lo tanto, el grado de identificación es…nulo. O muy pequeño. Espero.

Al Martin Amis este no lo conocía de antes tampoco (¡cuántos descubrimientos en tan poco tiempo…!) Me lo recomendó la dueña de la librería donde lo compré. Al parecer es un tío muy polémico y hay por Internet algunas entrevistas que se le han hecho últimamente. Desde luego, parece muy mordaz. Nació en 1949 y lleva publicados un buen montoncito de libros desde 1973. Casi todos están en Anagrama (lo digo por si a alguien se le ocurre echarle un vistazo)

Y nada más, de momento, como siempre. Me tengo que ir a estudiar (noquiero-noquiero-noquiero)