21 septiembre, 2007

EL GRAN CAMBIAZO

No sé si le debo este gusto exagerado mío por la lectura a mi madre, que me mandaba todos los días para cama media hora antes de la de dormir con un libro bajo el brazo, o a mi profesora Chelo, que todos los días, antes de empezar la espantosa clase de matemáticas, nos leía un capítulo de algún libro.
Uno de ellos fue Charlie y la fábrica de chocolate. El primero (y esto sí lo sé seguro) que me enganchó. Mientras duró su lectura los días parecían más largos: no llegaba el momento de saber qué más le pasaba a los chavales en aquel sitio tan increíble y fantástico. Yo estaba revolucionada, impaciente, queriendo saber más. Mi compañero Martín tenía el libro en casa, así que él se iba leyendo los capítulos por adelantado. Todos los días, durante la clase de mate, le daba la paliza para que me contara qué le pasaba a Charlie en el capítulo siguiente. Por supuesto él se negaba a contármelo durante un buen rato- ¡Malditos niños!- aunque siempre acababa revelándome alguna cosilla. Llegados a ese punto, típico, ya no quería saber más.
Es lo mismo que cuando alguien que conoces tiene la temporada siguiente de Lost y tú no. Te mueres por saber más, pero en el fondo no quieres enterarte por terceros.

Desde entonces me he pasado tardes enteras intentando volver a tener la misma sensación. Y lo he conseguido muchas veces.

Así que le debo una a Roald Dahl.

Me he leído muchos otros libros suyos, magnifícos todos. El último de ellos ha caído en mis manos esta semana. Se titula, evidentemente, El gran cambiazo y está integrado por cuatro cuentos para adultos.

A juzgar por la portada uno se espera tal vez algo más picante y gracioso. No es esto exactamente lo que luego se encuentra entre sus páginas, pero lo cierto es que lo que se encuentra no está nada mal. Son macabros, inquietantes y burlescos; esto los hace divertidos aunque no arranquen más que alguna sonrisa irónica.

Todos tienen en común un tema: el sexo. Su importancia. O la importancia que se le atribuye.
El primero, El visitante, cuenta la aventura de un tipo (un follarín) en pleno desierto del Sinaí, donde por alguna triquiñuela de su anfitrión se ve obligado a pasar la noche en un increíble palacio, habitado por dos cachondas, en medio de un Oasis.
El siguiente, El gran cambiazo, cuenta la historia de dos vecinos, atraídos ambos por la mujer del otro, que deciden intercambiarse una noche de sábado sin que ellas lo sospechen siquiera (Pobre par de tontainas. El final no tiene precio.)
El tercero, El último acto, cuenta la primera experiencia sexual de una viuda deprimida, y el último, Perra, trata de un científico que da con la fórmula, con el perfume, que hace que todo hombre que lo huela tenga la imperiosoa necesidad de tirarse a una tía salvajemente.

Roald Dahl era un escritor que se caracterizaba por su desbordante imaginación. Supongo que esto es lo que lo ha hecho tan especial. Desde luego las situaciones que se le han ocurrido no se le hubiesen ocurrido a cualquiera.
Es capaz de mantener el interés durante todos los relatos que, aún encima, casi siempre tienen un final inesperado. A veces, y esto me ha pasado sobre todo con otro de sus libros, Historias extraordinarias, el final no es lo mejor del cuento pero su forma de relatarlo hace que no sea más que un pequeño detalle sin importancia.
Supongo que queda un poco hortera decirlo, pero la verdad es que este fulano nació para contar historias. Atrapa con su forma de hacerlo.
Debemos alegrarnos mucho de que no se haya dedicado a otra cosa...

11 comentarios:

Jorge López Fernández dijo...

Me alegro de haber podido leer otra entrada nueva en tu blog, Anikaa. Sabía que escribirías algo. Si tenías nuevos libros para leer, las ganas de escribir en este blog tenían que aparecer de nuevo. ;)
Yo nunca he leído una obra de Roald Dahl (vergonzoso, ya lo sé), y lo cierto es que a estas alturas no me atraen mucho. No quiero decir que sean textos malos, sino que tengo otras preferencias y lecturas pendientes por encima de sus obras.
Ya empecé el libro de Punset, y de momento está muy interesante, aunque estoy deseando que llegue al análisis psicológico y psiquiátrico del amor. De momento está explicando el apartado biológico y evolutivo. Resulta curioso saber que el amor surgió entre dos organismos unicelulares con la visión tan idealizada que tenemos hoy en día del amor. Quizás ese amor microscópico lo entenderíamos más como atracción biológica (ni siquiera física). Por cierto, también cuenta que las mujeres buscáis en la pareja una de estas dos cosas: que sea un buen medio de transmitir vuestros genes, u obtener bienestar material.
Ah, y Punset es determinista, mucho más que yo. Creo que es una teoría muy difícil de encajar porque nos convierte en meros espectadores sin capacidad alguna de elección (aunque tengamos la ilusión de que es así). Cuando pienso mucho en ello siempre me deprimo. Qué flojo soy. xDDDDDDDDDD
Y no me has contestado a lo más importante, la pregunta clave de este blog: ¿adónde se fue la pantera? ;)
Un abrazo.

Anikaa dijo...

La pantera no acababa de convencerme: se le notaban los bordes :)

Con respecto a lo de Roald Dahl... bueno, creo que el secreto es cogerlo de niño. Aunque Hitchkot (siempre lo escribo mal!!)lo debió de coger ya bastante grandecito. Historias extraordinarias me había decepcionado un poquito, aunque en conjunto no está mal. Pero este está guay. El tercer relato... no lo he visto en la linea de los demás, yo quería algo mordaz y risible y no lo es. Pero los otros están bien. Es lo que decía antes: no es lo que cuenta, sino como lo cuenta. Claro está, hay mejores libros que leer. Pero este es fácil, es entretenido, no requiere un esfuerzo especial y eso es de agardecer en determinadas situaciones :)

Por otro lado, confieso que este libro de Punset no me llama en exceso. Lo leeré si tengo la oportunidad, ya te había dicho que el anterior me gustó. Pero el tema que trata me ralla un poco xD Está bien conocer las bases científicas de muchas cosas, pero en eso del amor no creo que conduzca a nada, al fin y al cabo por mucha teoría que conozcamos, que todo es cuestión de sinapsis neuronales y bioquimíca por un tubo, cuando nos pilla o nos encanata o nos jode vivos. En general, sea cual sea la forma de analísis que se le aplique, nunca se sacan conclusiones definitivas, y si tengo que elegir alguno de ellos, yo por supuesto me quedo con los literarios, que para eso tengo alma de letras xDDDD

Jorge López Fernández dijo...

Tomaré nota de tu recomendación para una lectura ligera. Por lo que dices, será a la literatura lo que, justamente, 'Charlie y la fábrica de chocolate' al cine. Que conste que yo debo de ser el único ser humano sobre la Tierra al que esa película le decepcionó, pero a todos los demás mortales les gustó. Yo creo que a mis neuronas ya les gusta nadar a contracorriente. Son unas puteras. xDDDDDDDD

Pues a mí el libro de Punset me está gustando mucho, aunque la parte evolutiva no es la que más me interesa. Prefiero que lo analice desde el aspecto psicológico, y no biológico. Y yo creo que la explicación que da este libro sobre el amor puede ser asumida sin dejar de lado nuestras mitificaciones literarias (y cinematográficas, que, por ejemplo, a mí me gusta 'Titanic'; hala, ya lo dije XDDD). Yo de momento lo estoy aceptando todo como las bases del amor, y no como el amor en sí en los seres humanos. Eso sí, de pasteleo nada, que el príncipe azul no existe en este mundo y la mayoría de las relaciones se acaban (o sería mejor que lo hiciesen) alguna vez. Y me ha abierto los ojos diciendo que los hombres tenemos una región el doble de grande dedicada al sexo que las mujeres. ¿Quién se podía imaginar algo así? XDDDD
Ahora una recomendación de cine. Anoche ví 'Hamlet' de Kenneth Branagh, la versión de cuatro horas. ¡Qué maravilla! Tienes que verla algún día (también hay un montaje de dos horas y media, por si estás vaga :P ).

Joaquín dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Anónimo dijo...

Ah Roald Dahl!me acuerdo q de pequeño también tuve esa misma sensación de no querer q terminase nunca el libro y me pasó con con "Charlie y la fábrica de chocolate", con "Matilda" y "James y el melocotón gigante"(especialmnete estos dos últimos). Aunq ahora mismo no estoy seguro si el del melocotón era de Dahl...en todo caso estaba muy bien ese libro.Muy buena recomendación

Toomuchlove

Anikaa dijo...

Las dos son suyas :) pero la de James no me leí. Matilda me encantó. ¡¡Y Las brujas!!

Por cierto... guapete... yo aún sigo esperando algo... me han dicho que debería perder la esperanza pero... ¿me confirmas el mal augurio? ¿o puedo seguir esperando felizmente? :)

Anónimo dijo...

yaaa!!! sé q estas esperando esa cervecita q t debemos,a eso t refieresno?;) pero tranquila q llegará;) y lo otro pues no pierdas la esperanza, algún día volveré

Anikaa dijo...

Jajaja!

Curiosamente, no pasaba por mi cabeza lo de las cervezas (oh! dios! Quién soy y qué he hecho con Adriana??) aunque ya que lo dices... :)
Pero sí, me refería a que tienes que volver a postear, hombre... que tus artículos son (ERAN) siempre muy interesantes...
Animáte!! Que seguro que puedes dedicarle un poco de tiempo... aunque sea muy de vez en cuando ;)

MANDALAS POEMAS dijo...

Hola, que placer es visitar tu espacio. Te felicito. Te invito al mio. Allí están mis poemas.

Espero tu visita y tus comentarios.

www.mandalaspoemas.blogspot.com

Un abrazo desde Barranquilla, Colombia.

Víctor González Solano

Unknown dijo...

no sé como me he tropezado con tú blog, concretamente con este post. Al ver que también disfrutas con Roald Dahl te recomiendo, si no lo has leido ya, "mi tio Oswald", un relato genial de esos que la imaginacion de Roald Dahl hace que el libro no se suelte de tus manos. El pesonaje ya es presentado en dos cuentos de "el gran cambiazo" y sigue en su linea.
Un Saludo

Anikaa dijo...

Sí, en efecto conozco el libro, aunque no lo he leído todavía. Me sorprendió encontrarme al personaje en este libro...me llamó la atención justametne porque lo que se cuenta en El gran cambiazo del tío Oswald hace muy apatecible la lectura del que lleva su nombre. Acabará cayendo :) Gracias por la recomendación