04 marzo, 2008

La cruzada de los niños (MATADERO CINCO)



Tengo la gran suerte de que alguien escuche mis constantes refunfuños y que cuando ve la oportunidad de hacerme callar, no la desaprovecha... Gracias a esto, he podido leer a Kurt Vonnegut (No encontraba sus novelas por ningún lado, y eso que están en Anagrama) También tengo la suerte de que Francisco Machuca encontrara un día este blog. Digo esto porque probablemente sin él ni siquiera conocería a Vonnegut… Sí, definitivamente tengo una chorra como la copa de un pino.

Preferiría no escribir aún este post porque creo que se merece algo más elaborado. Me gustaría poder hablar del autor y de su obra en general, pero ¡ay! sólo he leído Matadero cinco. “¿Y porqué no te esperas?”, direis (bien dicho.) Bueno, la razón evidente es que no sé cuándo encontraré más títulos por ahí. Y, sí, aquí cabría hacer una segunda pregunta “¿Por qué no miras en la Fnac o en El corte Inglés?” Mi lado pervertido dice lo mismo. Pero no, gracias. Los libreros de toda la vida también tienen facturas y estómago. (No pienso poner los pies en la Fnac, me niego, no, jamás, nunca. Vale, ya lo he dicho.) Además no olvidemos que esta razón es evidente, no única: La otra es que Machuca no sólo me ha hablado de Vonnegut. Y además también he estado investigando por mi cuenta… así que se me acumula el chollo. De momento, toca explorar…

Así que ciñámonos a Matadero Cinco.

“Volví allí con un viejo camarada de la guerra, Bernard V. O’Hare, y nos hicimos amigos del taxista que nos llevó hasta el matadero donde nos habían encerrado una noche como prisioneros de guerra. Su nombre era Gerhard Müller y nos dijo que había sido prisionero de los americanos durante algún tiempo. Le preguntamos qué tal se vivía bajo el comunismo, y él respondió que al principio era terrible –pues todo el mundo tenía que trabajar muchísimo, a parte de que no había ni cobijo ni alimentos ni ropas adecuadas-, pero que ahora las cosas estaban mucho mejor. Tenía un apartamento, pequeño aunque muy agradable, y su hija recibía una educación excelente. La madre quedó calcinada en el bombardeo de Dresde. Como suena.”

El lenguaje es perfecto: sin adornos, sin pretensiones. Con ironías constantes y sutiles y con un humor negrísimo. Sólo la primera frase, “Todo esto sucedió, más o menos”, es suficiente para intuir que a Vonnegut hay que leerlo. Soy consciente de lo precipitado que es, por lo que ya sabéis, decir cierto tipo de cosas (cosas como las que estoy a punto de decir) pero ojalá hubiera más vonneguts en el mundo. Simple, directo, divertido y estremecedor… ¡Porras! Este es de esos que me hacen recordar mi adolescencia (cuando quería ser escritora) con sonrisa sarcástica. Me encanta. Me encanta disfrutar de tipos así. De libros que, cuando llegas al final, sigues manoseando un rato antes de ponerlos en un estante, a la espera de encontrar algún incauto a quién endosárselo para que se repita la experiencia. Oh, mon amie… cê't l’amour (Esto escrito de oidas, que yo de francés ni papa, así que, si alguno sabe, que no me odie para siempre)

Como aborrezco redactar argumentos, voy a copietear un poco lo que pone en la contraportada de mi edición (aunque recomiendo que leais la sinopsis de la Wikipedia) :
La historia de un superviviente de la matanza (Se refiere al bombardeo de Dresde) que, muchos años más tarde es raptado y transportado al planeta Trafalmadore es una de las muchas tramas que se entrecruzan en una obra profundamente innovadora, en la que resplandencen cegadoras metáforas de la nueva era y en la que los pasajes de ciencia ficción funcionan a la manera de los payasos de Shakespeare.

Vale, está claro que Vonnegut no lo resumiría así, ¿verdad?
La cuestión, lo verdaderamente sorprendente, es que el alter ego del autor en esta novela es abducido por unos extraterrestes que ven en cuatro dimensiones, lo que les permite tener una noción del tiempo completamente distinta de la nuestra. Así, los flashback no lo son en realidad… ¡es que el prota viaja en el tiempo! Y yo que pensaba que la ciencia ficción era para flipaos….

En fin. Creo que me estoy alargando mucho. Va a haber que ir abreviando. Haceos con uno y dejad de perder el tiempo en internet, comprabaréis que vale la pena.