02 junio, 2005

1984

Si eres una mente inquieta y te gustan las historias diferentes a las que normalmente estás acostumbrado, te recomiendo encarecidamente este libro.
Se desarrolla en un ambiente social similar al otro gran libro de ciencia-ficción utópica “Un mundo Feliz” solo que en “1984” se profundiza más en la maquinaria inapelable del poder y en el desmoronamiento interior del individuo.
El libro comienza describiéndonos una sociedad futurista (y lo es hasta para nosotros a pesar de que está escrito en 1949) en la que el poder está concentrado en un solo ser supremo llamado el Gran Hermano. Se supone que este ser todo lo ve, y todo lo sabe. Este hecho se plasma en que los habitantes del continente que residen en ciudades son en todo momento vigilados mediante telepantallas interactivas. Cualquier desviación psíquica o moral que los “expertos” vigilantes del partido gobernante crean intuir mediante las telepantallas tendrán el peor de los castigos. El relato gira en torno a un protagonista principal, un trabajador de clase baja del partido gobernante. A través de su trabajo se da cuenta poco a poco del engaño que sufre diariamente él y todos los habitantes. Desde una continua guerra ficticia hasta noticias inventadas y personas que desaparecen sin dejar rastro. Después de la difícil labor de luchar consigo mismo, é solito decide sublevarse y comienza a ejecutar acciones menores pero al darse cuenta de su escaso valor, decide poner en riesgo su vida contactando con otras personas presuntamente reveladas. Como no podría ser de otra forma el poder absoluto no puede ser derrotado por un solo individuo. La maquinaria perfectamente engrasada saldrá indemne y el individuo como tal destruido. Esta es la moraleja que se podría extraer del libro.
El libro es bastante ameno en la mayoría de sus partes y se lee bien debido a la tensión argumental que provoca en el lector. Tal vez tenga alguna parte que cueste algo más porque Orwell se recrea demasiado en algunas cosas secundarias.
Este libro provocó grandes controversias en su tiempo y hoy en día a pesar de ser un “libro de culto”, no se difunde lo que debería. Esto puede ser por la fama de tio antisistema de George Orwell.

ENSAYO SOBRE LA CEGUERA

De Saramago sólo he leído tres libros, y todos me han gustado. Ensayo sobre la ceguera trata justamente de eso, de una epidemia de ceguera que se expande de forma fulminante en un país sin nombre. La gente va por la calle y de pronto deja de ver. No se sume en la oscuridad, si no en una resplandeciente luz blanca. En las primeras hojas, Saramago habla del primero de los afectados, de cómo lo viven él y la gente a quien conoce. Pero poco a poco se van integrando nuevos ciegos, su mujer, su oftalmólogo y algunos clientes de este. Ante la crisis de pánico que se extiende simultáneamente, las autoridades gubernamentales actúan internándolos en un manicomio en cuarentena. La mujer del médico, que es la única que no se ve afectada por la ceguera blanca, finge sí estarlo para no separarse de su marido. Así, ella se convertirá en los ojos de los internados en su sector (aunque en principio prefiere que nadie lo sepa, pues no quiere convertirse en su esclava) y del lector. En el manicomio la situación es lo peor: falta de higiene, pocos alimentos (controlados por militares que aun ven) y por supuesto “mafias” de otros ciegos que pretenden aprovecharse de la situación. A mi la idea para la historia esta me parece muy buena. Saramago es un tío muy crítico con la sociedad. Y en esta novela critica tanto la bajeza de la naturaleza humana en casos extremos (la supervivencia propia y los intereses personales a cualquier precio) como, si se quiere ver así, a una sociedad cada vez más cegada por los medios de comunicación y más manejada por los gobiernos.
El único “pero” que yo le pondría a esta novela (bueno, a esta novela en este caso) es la forma de escribir de Saramago, que, al principio, es un poco difícil de seguir, porque los puntos y a parte sólo los usa para cambiar de capítulo. Hay diálogos, pero sin guión, separados por comas, con simples mayúsculas para distinguir quien habla. Está claro que es un estilo muy peculiar, pero si lo coges con gusto, te acostumbras rápido y luego a penas se nota. Después de este, Saramago escribió el Ensayo sobre la Lucidez, que es parecido, solo que la “epidemia” consiste en que todo el mundo vota en blanco, y el gobierno sitia la ciudad y lleva a cabo duras represiones. Este último lo veo yo más crítico en plan social, pero pierde en cuanto al retrato de la humanidad (tampoco mucho, hay que decirlo) Y es que, el que sabe, sabe. Y Saramago, desde luego, controla de lo que habla. Y si, estoy de acuerdo en que su obra merecía el Nobel. Aunque todavía me queden bastantes obras suyas por leer. Tiempo al tiempo.